lunes, mayo 22, 2006

Arthur Conan Doyle: ¿su tinta lo mató?



Una gran mayoría no lo ubica, pero Arthur Conan Doyle es parte de la historia occidental. Son parte del consciente colectivo, de la cotidianidad. Hoy, en el cumpleaños 147 de Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, no destacaré al periodista que realizó el trabajo que publico a continuación, pues no trae nombre el que he escogido. Sin embargo, en este hay buena información para que este escritor norteamericano no siga en el anonimato de muchas mentes, por lo menos de las que pasan por aquí.

¿Sabías que este doctor de profesión y carrera comenzó a escribir sus relatos detectivescos como simple diversión contra el tedio que le producía esperar a sus pacientes? Qué manera más productiva de matar el tiempo, ¿no?

Porque las grandes obras -o mejor dicho, famosos y bien hechos personajes- nos deben sepultar en el olvido a sus creadores, porque junto a su tinta continúan vivos... Sigamos las pistas de este gran escritor norteamericano, mientras escapamos de la espera...





ANIVERSARIO DE ARTHUR CONAN DOYLE
Un caso de identidad
Los sherlockianos de todas partes del mundo recuerdan con cariño el 22 de mayo, fecha en la que se celebra el nacimiento de sir Arthur Conan Doyle. El escritor escocés logró que su hijo literario, el detective Sherlock Holmes, se convirtiera en un mito e incluso opacara con su presencia ficticia- la vida misma de su creador.

El doctor Conan Doyle se dedicó a muchas ramas de la literatura (el terror, el suspenso, la novela histórica, la ciencia ficción e incluso la especulación metafísica y espiritista), pero fue su perfeccionamiento de la novela detectivesca lo que lo llevó a la fama.

Tomando como base al genial Auguste Dupin del escritor estadounidense Edgar Allan Poe, Conan Doyle dio forma acabada a la narración analítica, llevando a Sherlock Holmes al puesto del detective más entrañable de todos los tiempos. Gran parte del éxito radicó en la complejidad del personaje: un detective misógino, cocainómano, ciclotímico, enigmático, excesivamente cerebral pero con una extraña habilidad para algunas ramas del arte, como la música. Colocando a este conflictuado personaje en una neblinosa Londres de fines del siglo XIX (todavía en shock por los asesinatos en serie de Jack el destripador), Conan Doyle obtuvo una fórmula que hizo estremecer y deleitar a sus lectores.

Más en original: Montevideo.com.uy (Uruguay)

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