Aquí está una muy buena crónica con bastante reportería. Lo siento, no es turística ni urbana, al menos del tipo o temática urbana que a muchos gusta. Pero ¡hey! No escapes, igual lo vas a ver cuando salgas de tu casa, tu trabajo o el cyber donde estás ahora. Es parte de la realidad, tristemente, de muchas sociedades, y el argentino Cristian Alarcón bien lo supo plasmar. Un adelanto: En el barrio Zavaleta (escondido bajo los atractivos encantadores del hermoso Buenos Aires), al menos seis chicas de entre 12 y 19 años ofrecen sexo a automovilistas y camioneros en plena calle. Su objetivo es conseguir dinero para comprar paco. Los vecinos denunciaron la situación hace meses. Hasta ahora ni la policía ni la Justicia detuvieron a los abusadores.
Punto aparte. Cambio de página, pero no de capítulo: Aunque intentaré dar espacio a diferentes muy buenos periodistas hispanos (y no hispanos que escriban en español), creo que los trabajos de este argentino llenarán muchas páginas de este blog. Vamos, que vale la pena leerlos, así como su libro Cuando me muera quiero que me toquen cumbia.
“En una hora hacemos cuatro viejos”
Escrita por: Cristian Alarcón
Camila* mira el horizonte de la avenida Amancio Alcorta y estudia con los ojos achinados al chofer que viene al volante, un potencial cliente. De costado cuenta, con la voz ronca que le produce una tos seca y rasposa: “A veces –dice– en una hora, hacemos cuatro viejos. Después cruzamos a la villa a drogarnos. Me pierdo allá y cuando no tengo más, vuelvo”.
Son las cinco y media de la tarde de un martes y los clientes los primeros días de la semana no suelen ser tantos como los viernes, cuando no paran de pasar lentos con sus autos buscando nenas como ella, que aunque parece de doce bajo esa campera inflable, ya tiene 14, jura. La menor de quince hermanos conoció la calle cuando pedía con su madre.
Se quedó y vive junto a otras quince chicas entre las veredas de Pompeya y la esquina donde se prostituye para poder consumir paco. Los vecinos la conocen. Su caso, y el de otras niñas, ha sido motivo de varias denuncias penales. El Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes ha puesto diversas estrategias en marcha para frenar el drama, pero nada ha podido evitar que siga sentada allí con la mirada puesta en los autos y los camiones, para salir corriendo, si uno se detiene, subirse en un santiamén, cerrar la puerta y perderse por la calle Pepirí, junto a un viejo de los que pagan.
Completo: Página 12 (Argentina)
jueves, junio 01, 2006
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